HIPERTIROIDISMO FELINO
CFA
Health Committee
El
hipertiroidismo, también llamado tirotoxicosis, es una de las
enfermedades más frecuentes en los gatos de mediana y avanzada edad. Es
un desorden caracterizado por un incremento de la cantidad de hormonas
tiroideas (T3 y T4), causado por un engrosamiento de la glándula
tiroides. Se documentó en gatos por primera vez hace aproximadamente unos
30 años, pero el origen de la enfermedad sigue siendo un misterio. Aunque
el aumento de la tiroides es causado por un tumor, llamado adenoma, este
no suele ser canceroso.
Los signos clínicos más comunes del hipertiroidismo felino son: ·
Pérdida de peso ·
Aumento del apetito (aunque, en casos aislados, ocurre al
contrario) ·
Vómitos ·
Sed y poliuria ·
Hiperactividad ·
Diarrea Los
elevados niveles de hormonas tiroideas producen con el tiempo enfermedades
cardíacas, y los pacientes suelen tener soplos, dificultades
respiratorias, arritmias y una frecuencia cardíaca muy alta.
Para diagnosticar la enfermedad en los gatos sospechosos de
padecerla, el veterinario realizará una analítica completa de sangre y
un estudio de la hormona tiroidea T4. Es muy importante evaluar el estado
general de los principales órganos, especialmente el corazón y los riñones.
Por lo general, los gatos hipertiroideos suelen tener además un elevado
recuento de enzimas hepáticas. Una radiografía de tórax y una ecografía
cardíaca pueden revelar cardiomiopatías hipertróficas secundarias.
Generalmente, los problemas cardíacos se solucionan cuando se trata el
hipertiroidismo. En algunos casos, se necesita una medicación específica
para el corazón, para poder estabilizar la salud cardiovascular. En los
últimos años, se ha comprobado que muchos gatos hipertiroideos padecían
un fallo renal crónico, enmascarado por los efectos del hipertiroidismo.
Se ha constatado, por otra parte, que los tratamientos encaminados a curar
el hipertiroidismo en estos pacientes, en algunos casos les hacían
empeorar de sus problemas renales.
La mayoría de los gatos hipertiroideos tendrán elevados niveles
en sangre de hormona T4, lo cual demostrará un hemograma mediante un
rutinario “screening” (criba, rastreo). Sin embargo, un pequeño
porcentaje de gatos afectados de hipertiroidismo tienen unos niveles
normales de T4. Si se sospecha claramente la posible enfermedad, existe un
test más sensible y fiable: el test de supresión T3, realizado para
confirmar la diagnosis cuando esta ofrece dudas en un principio. Con esta
prueba, el gato recibe siete dosis de hormona tiroidea T3 por via oral. A
continuación, se comprueban los niveles de hormonas T3 y T4, antes y
después de administrarle la medicación. En un gato sano, la ingesta de
hormona T3 causa un descenso de hormona T4, mediante un mecanismo de
“feedback” negativo. Pero en un gato hipertiroideo, los niveles de T4
no descienden, o apenas disminuyen. Realizada esta prueba, el veterinario
podrá distinguir entre gatos afectados de hipertiroidismo y gatos con
cualquier otra enfermedad con similares síntomas.
Una vez que el hipertiroidismo ha sido diagnosticado y confirmado,
existen diferentes opciones a la hora de plantearse un tratamiento: ·
Iodina radioactiva ·
Extirpación quirúrgica del adenoma o del tiroides ·
Medicación antitiroidea La
elección del tratamiento inicial depende, principalmente, del estado de
la función renal del paciente. Algunos gatos manifiestan problemas
renales en el momento en que se les diagnostica la enfermedad, pero otros
no. Y es difícil saber cuál es el estado de los riñones simplemente a
partir de un rutinario test sanguíneo. Por lo general, cuando un
hemograma muestra alguna anormalidad, ya se han perdido unos dos tercios
de la función renal. Esto, en el pasado, dificultaba enormemente la
posibilidad de detectar qué gatos con hipertiroidismo padecían ya un
fallo renal crónico concurrente. Sin embargo, la Universidad de Michigan
recientemente ha presentado un test extraordinariamente sensitivo y fiable
para determinar el estado de la función renal en los perros y gatos,
llamado “test de liberación de iohexol”. Mediante esta prueba, un
agente contrastivo radiográfico, el iohexol, es inyectado por via
intravenosa al paciente, y se mide la proporción en la que los riñones
liberan esta sustancia en la corriente sanguínea. La prueba se hace
llegar a la Universidad de Michigan desde la clínica veterinaria,
aportando tomas de sangre que son enviadas al laboratorio de la MSU para
su posterior análisis.
Ya que el hipertiroidismo causa un aumento de la presión sanguínea
y eso produce un deterioro de la función renal, el tratamiento de la
enfermedad debe tener en cuenta siempre el estado de los riñones del
paciente. En un gato con fallo renal, podría producirse un grave
empeoramiento de su función renal aplicando determinados tratamientos,
como la iodina radioactiva o la extirpación quirúrgica de la glándula
tiroides. Por esta razón, los pacientes con una enfermedad renal
declarada (detectada mediante un rutinario hemograma o con un test de
liberación de iohexol) por lo general reciben únicamente mediación
antitiroidea, tratando de estabilizar las funciones renales. Con dichos
medicamentos, el veterinario podrá conseguir un mejor control de la
enfermedad renal concurrente, lo que permitirá al paciente sobrevivir por
más tiempo.
Recientemente, una droga llamada “ipodate” (Oragraffin) ha sido
utilizada para tratar el hipertiroidismo felino.Pero los gatos con un
hipertiroidismo severo no responden a este tratamiento tan bien como los
que se encuentran en un estadio intermedio de la enfermedad. Un estudio
del Animal Medical Centre con 12 gatos hipertiroideos que recibieron
tratamiento con Oragraffin, no mostró efectos colaterales. Sin embargo, sólo
8 de los 12 gatos experimentó una respuesta positiva al tratamiento con
dicha droga, y los efectos benficiosos apenas duraron unos pocos meses.
Este medicamento resulta más útil para controlar durante un corto
espacio de tiempo a los gatos que van a recibir tratamiento quirúrgico,
como preparación pre-operatoria. Desafortunadamente, el Oragraffin es
caro (aproximadamente, un dólar diario). Esta es otra de las razones por
las cuales no resulta aconsejable como medicación a largo plazo.
Para los gatos hipertiroideos cuya función renal es normal, es
preferible la cirugía o el tratamiento con iodina radioactiva. Ambas
opciones aseguran la curación de la enfermedad y evitan la administración
de medicamentos durante el resto de la vida del gato enfermo. En los
lugares donde el tratamiento con iodina está disponible, es por lo
general la opción recomendada, ya que evita los riesgos de cualquier
anestesia y cirugía. Sin embargo, no es un tratamiento disponible en
muchas ciudades o regiones, y los veterinarios optan en esos casos por la
extirpación quirúrgica de la glándula tiroides (tiroidectomía), una
excelente opción para tratar el hipertiroidismo de muchos gatos.
En general, el tratamiento que un gato va a recibir contra el
hipertiroidismo dependerá de su estado de salud individual, incluyendo la
función cardíaca y la renal. Lo más importante es evaluar entonces la
función renal, ya que determinará el curso del tratamiento más
conveniente, descartando la iodina y la cirugía. La aparición de nuevos
test para evaluar el estado de la función renal ha hecho posible un
conocimiento previo del riesgo de cada paciente a la hora de decidir cuál
es el mejor tratamiento contra el hipertiroidismo. Dra.
Susan Little http://cfainc.org/health/hyperthyroidism.html |