HIPERTIROIDISMO FELINO

Dra. Susan Little

CFA Health Committee

 

 

         El hipertiroidismo, también llamado tirotoxicosis, es una de las enfermedades más frecuentes en los gatos de mediana y avanzada edad. Es un desorden caracterizado por un incremento de la cantidad de hormonas tiroideas (T3 y T4), causado por un engrosamiento de la glándula tiroides. Se documentó en gatos por primera vez hace aproximadamente unos 30 años, pero el origen de la enfermedad sigue siendo un misterio. Aunque el aumento de la tiroides es causado por un tumor, llamado adenoma, este no suele ser canceroso.

         Los signos clínicos más comunes del hipertiroidismo felino son:

·        Pérdida de peso

·        Aumento del apetito (aunque, en casos aislados, ocurre al contrario)

·        Vómitos

·        Sed y poliuria

·        Hiperactividad

·        Diarrea

 

Los elevados niveles de hormonas tiroideas producen con el tiempo enfermedades cardíacas, y los pacientes suelen tener soplos, dificultades respiratorias, arritmias y una frecuencia cardíaca muy alta.

         Para diagnosticar la enfermedad en los gatos sospechosos de padecerla, el veterinario realizará una analítica completa de sangre y un estudio de la hormona tiroidea T4. Es muy importante evaluar el estado general de los principales órganos, especialmente el corazón y los riñones. Por lo general, los gatos hipertiroideos suelen tener además un elevado recuento de enzimas hepáticas. Una radiografía de tórax y una ecografía cardíaca pueden revelar cardiomiopatías hipertróficas secundarias. Generalmente, los problemas cardíacos se solucionan cuando se trata el hipertiroidismo. En algunos casos, se necesita una medicación específica para el corazón, para poder estabilizar la salud cardiovascular. En los últimos años, se ha comprobado que muchos gatos hipertiroideos padecían un fallo renal crónico, enmascarado por los efectos del hipertiroidismo. Se ha constatado, por otra parte, que los tratamientos encaminados a curar el hipertiroidismo en estos pacientes, en algunos casos les hacían empeorar de sus problemas renales.

         La mayoría de los gatos hipertiroideos tendrán elevados niveles en sangre de hormona T4, lo cual demostrará un hemograma mediante un rutinario “screening” (criba, rastreo). Sin embargo, un pequeño porcentaje de gatos afectados de hipertiroidismo tienen unos niveles normales de T4. Si se sospecha claramente la posible enfermedad, existe un test más sensible y fiable: el test de supresión T3, realizado para confirmar la diagnosis cuando esta ofrece dudas en un principio. Con esta prueba, el gato recibe siete dosis de hormona tiroidea T3 por via oral. A continuación, se comprueban los niveles de hormonas T3 y T4, antes y después de administrarle la medicación. En un gato sano, la ingesta de hormona T3 causa un descenso de hormona T4, mediante un mecanismo de “feedback” negativo. Pero en un gato hipertiroideo, los niveles de T4 no descienden, o apenas disminuyen. Realizada esta prueba, el veterinario podrá distinguir entre gatos afectados de hipertiroidismo y gatos con cualquier otra enfermedad con similares síntomas.

         Una vez que el hipertiroidismo ha sido diagnosticado y confirmado, existen diferentes opciones a la hora de plantearse un tratamiento:

·        Iodina radioactiva

·        Extirpación quirúrgica del adenoma o del tiroides

·        Medicación antitiroidea

 

La elección del tratamiento inicial depende, principalmente, del estado de la función renal del paciente. Algunos gatos manifiestan problemas renales en el momento en que se les diagnostica la enfermedad, pero otros no. Y es difícil saber cuál es el estado de los riñones simplemente a partir de un rutinario test sanguíneo. Por lo general, cuando un hemograma muestra alguna anormalidad, ya se han perdido unos dos tercios de la función renal. Esto, en el pasado, dificultaba enormemente la posibilidad de detectar qué gatos con hipertiroidismo padecían ya un fallo renal crónico concurrente. Sin embargo, la Universidad de Michigan recientemente ha presentado un test extraordinariamente sensitivo y fiable para determinar el estado de la función renal en los perros y gatos, llamado “test de liberación de iohexol”. Mediante esta prueba, un agente contrastivo radiográfico, el iohexol, es inyectado por via intravenosa al paciente, y se mide la proporción en la que los riñones liberan esta sustancia en la corriente sanguínea. La prueba se hace llegar a la Universidad de Michigan desde la clínica veterinaria, aportando tomas de sangre que son enviadas al laboratorio de la MSU para su posterior análisis.

         Ya que el hipertiroidismo causa un aumento de la presión sanguínea y eso produce un deterioro de la función renal, el tratamiento de la enfermedad debe tener en cuenta siempre el estado de los riñones del paciente. En un gato con fallo renal, podría producirse un grave empeoramiento de su función renal aplicando determinados tratamientos, como la iodina radioactiva o la extirpación quirúrgica de la glándula tiroides. Por esta razón, los pacientes con una enfermedad renal declarada (detectada mediante un rutinario hemograma o con un test de liberación de iohexol) por lo general reciben únicamente mediación antitiroidea, tratando de estabilizar las funciones renales. Con dichos medicamentos, el veterinario podrá conseguir un mejor control de la enfermedad renal concurrente, lo que permitirá al paciente sobrevivir por más tiempo.

         Recientemente, una droga llamada “ipodate” (Oragraffin) ha sido utilizada para tratar el hipertiroidismo felino.Pero los gatos con un hipertiroidismo severo no responden a este tratamiento tan bien como los que se encuentran en un estadio intermedio de la enfermedad. Un estudio del Animal Medical Centre con 12 gatos hipertiroideos que recibieron tratamiento con Oragraffin, no mostró efectos colaterales. Sin embargo, sólo 8 de los 12 gatos experimentó una respuesta positiva al tratamiento con dicha droga, y los efectos benficiosos apenas duraron unos pocos meses. Este medicamento resulta más útil para controlar durante un corto espacio de tiempo a los gatos que van a recibir tratamiento quirúrgico, como preparación pre-operatoria. Desafortunadamente, el Oragraffin es caro (aproximadamente, un dólar diario). Esta es otra de las razones por las cuales no resulta aconsejable como medicación a largo plazo.

         Para los gatos hipertiroideos cuya función renal es normal, es preferible la cirugía o el tratamiento con iodina radioactiva. Ambas opciones aseguran la curación de la enfermedad y evitan la administración de medicamentos durante el resto de la vida del gato enfermo. En los lugares donde el tratamiento con iodina está disponible, es por lo general la opción recomendada, ya que evita los riesgos de cualquier anestesia y cirugía. Sin embargo, no es un tratamiento disponible en muchas ciudades o regiones, y los veterinarios optan en esos casos por la extirpación quirúrgica de la glándula tiroides (tiroidectomía), una excelente opción para tratar el hipertiroidismo de muchos gatos.

         En general, el tratamiento que un gato va a recibir contra el hipertiroidismo dependerá de su estado de salud individual, incluyendo la función cardíaca y la renal. Lo más importante es evaluar entonces la función renal, ya que determinará el curso del tratamiento más conveniente, descartando la iodina y la cirugía. La aparición de nuevos test para evaluar el estado de la función renal ha hecho posible un conocimiento previo del riesgo de cada paciente a la hora de decidir cuál es el mejor tratamiento contra el hipertiroidismo.

 

Dra. Susan Little

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